​La preservación de su cultura, el cuidado del medio ambiente y la generación de ingresos se conjugan en una innovadora acción etno y eco turística llevada a cabo por una comunidad de la zona rural de Buenaventura que decidió sacarle provecho inteligente a sus recursos ancestrales y al entorno natural al cual ha estado ligada.

El epicentro de esta historia es el corregimiento La Plata, una apacible isla bañada por el sol y el mar del Pacífico, a la altura de Bahía Málaga, donde 54 familias han consolidado un proceso iniciado hace varios años con la Asociación Comunitaria Ecomanglar, creada en 2008, y que constituye un ejemplo de desarrollo de la Economía Naranja desde las comunidades. 

Un cielo de tonos azules y plateados, surcado por aves diversas que escrutan la piel del mar en busca de comida, enmarca esta actividad turística, en el seno de los parques naturales Urumba y La Sierpes y el Distrito de Manejo Integrado La Plata, todos ellos ubicados en territorios habitados desde hace siglos por las colectividades negras e indígenas. 

El avistamiento de ballenas, tortugas marinas y aves se conjugan allí con el senderismo, la gastronomía autóctona, las artesanías, la investigación científica y las historias de los ancestros, en una seductora mezcla que, además, incluye una experiencia única: la Ruta de la Piangua. 

Un pretexto para la conservación 

“La excursión para buscar la piangua comienza apenas baja la marea”, explicó Santiago Valencia González, líder de Asomanglar. “Y la aventura inicia con una clase de remo en un potrillo (canoa típica) que viaja sobre las aguas tranquilas de La Plata hasta llevar al turista directo al manglar”. 

Una vez allí, las botas pantaneras se asientan en el barro licuado y comienza la búsqueda, con las manos tanteando las raíces. Luego de varios intentos, al compás de los relatos de una piangüera, afloran las sonrisas y el visitante acaricia las primeras conchas.

“Pero antes de echarla en la canasta se mira si la piangua es grande, sino se devuelve al manglar”, sentenció María López, la piangüera. “La marea alta señala el fin de la excursión, aunque la sesión sólo termina cuando el molusco pasa al comedor, después de la preparación en grupo”. 

El respeto a la tradición y la conservación de los recursos naturales biodiversos son las premisas que guían el proyecto Ecomanglar que adelantan las 54 familias de La Plata, quienes hacen parte de los Consejos Comunitarios de los Territorios del Pacífico. 

Fiel a ello, Santiago recalcó que el turismo allí no es más que un pretexto para mantener vivo nuestro patrimonio cultural y ambiental biodiverso. Y para complementar sus palabras, María acotó que siente mucho orgullo al hacer con los turistas una actividad que viene de los ancestros. 

Según estadísticas de la Asociación, de los 600 visitantes que se atienden al año, una buena parte acuden por la Ruta de la Piangua. Sin embargo muchos también llegan en busca de descanso, para hacer otras actividades recreativas o detrás de investigaciones de la rica y fauna y flora del Pacífico. Turistas de Europa, Norteamérica y el interior del país son los más frecuentes. 

“Este proyecto, que se inscribe dentro de la Economía Naranja, se dinamiza a partir de la respuesta que brinda el SENA a las necesidades de formación de los Consejos Comunitarios del Pacífico. El propósito es aportar una base técnica y tecnológica sólida que potencie la innovación y el emprendimiento de sus integrantes”, señaló Ana Milena Álzate Ocampo, Subdirectora del CNP. 

El gobierno nacional creo en 2010 el Parque Natural Uramba, mientras que La Sierpe fue declarada Parque Regional en 2008. Ambos están en Bahía Málaga, lugar hasta donde cada año, entre julio y octubre, llegan las ballenas jorobadas a tener sus crías.