Frutos como el maraco, copoazú y cacao son los productos que, desde hace seis años, Yuri Andrea Ramos empezó a transformar artesanalmente en su propia casa y que, con ensayo de pérdida, fue perfeccionado hasta lograr el objetivo de elaborar una amplia variedad de productos a base de chocolate.
Hoy, con esfuerzo y dedicación, los frutos amazónicos son eje central de un emprendimiento familiar que no solo trabaja en la siembra de árboles y recolección de las cosechas, sino también en la despulpada y transformación de grano o semilla.
El esposo de la mujer ejemplar también es pieza fundamental en esta historia: juntos aprendieron a manipular y elaborar los comestibles de manera autodidacta, viendo tutoriales en Internet.
"Pensé en muchas cosas, porque llegaba a la finca y los frutos los encontraba en el piso ya perdiéndose, pero no sabía qué hacer con ellos hasta que junto con mi esposo empezamos a buscar en Internet recetas en las que pudiéramos transformarlos, pero tampoco teníamos la maquinaria y herramientas que nos facilitara el trabajo, hasta que iniciamos con los ensayos y así nos fuimos puliendo. Hoy nuestros productos ya han traspasado fronteras", asegura la egresada SENA.
Son alrededor de seis hectáreas de plantas de cacao los que la familia de la señora Ramos sembró en la finca después de ver la rentabilidad y salida que tienen los productos.
La variedad de productos de la fábrica 'Chocolates Real', como bautizaron el emprendimiento, es comercializada en diferentes ferias y sitios a donde son invitados como expositores. También se pueden encontrar en algunas tiendas artesanales de Florencia y en las redes sociales.
La sensación de la fábrica es el turrón con nibs de cacao o puntas de cacao, por ser el que más gusta a los clientes. Aunque los nibs con productos secos como el maní, la almendra y las uvas pasas cubiertas con chocolate, también tiene muy buena salida al igual que los turrones de sacha inchi, café y queso, los preferidos porque son hechos a base de productos naturales sin grasas ni conservantes artificiales.
"Con el SENA, no tengo más que palabras de agradecimiento, porque gracias a la formación que recibí de ellos he podido comercializar y sacar mi emprendimiento adelante, aunque me falta mucho sobre todo en maquinaria y adecuaciones locativas para la fábrica. Estos productos nos impulsan a formular el proyecto para presentarlo al Fondo Emprender de la entidad que me formó y me vio crecer como aprendiz y ahora como empresaria", ratifica la emprendedora.
Y agrega: "Hoy les digo a las personas que tienen sueños de emprender que no desfallezcan por más difícil que se ponga la situación, porque siempre hay un Dios que nos abre los caminos y debemos aprovechar cada oportunidad que nos da la vida".